viernes, 28 de noviembre de 2008

simbolos de los primeros cristianos

Los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad mayoritariamente pagana y hostil. Desde la persecución de Nerón (64 después de Cristo) se consideraba que su religión era "una superstición extraña e ilegal". Los paganos desconfiaban de los cristianos y se mantenían a distancia, sospechaban de ellos y los acusaban de los peores delitos. Los perseguían, los encarcelaban y los condenaban al destierro o a la muerte.

Como no podían profesar abiertamente su fe, los cristianos se valían de símbolos que pintaban en los muros de las catacumbas y, con mayor frecuencia, grababan en las lápidas de mármol que cerraban las tumbas.

Como a todos los antiguos, a los cristianos les agradaba mucho el simbolismo. Los símbolos expresaban visiblemente su fe. El término "símbolo" se aplica a un signo concreto o a una figura que, de acuerdo con la intención del autor, evoca una idea o una realidad espiritual. Los símbolos más importantes son el Buen Pastor, el "orante", el monograma de Cristo y el pez.

El Buen Pastor con la oveja sobre los hombros representa a Cristo salvador y al alma que ha salvado. Este símbolo se encuentra con frecuencia en los frescos, en los relieves de los sarcófagos, en las estatuas, así como grabado sobre las tumbas.

El orante: esta figura, representada con los brazos abiertos, es símbolo del alma que vive ya en la paz divina.

El monograma de Cristo está formado por dos letras del alfabeto griego: la X (ji) y la P (ro) superpuestas. Son las dos primeras letras de la palabra griega "Christòs" (Jristós), es decir, Cristo. Este monograma, puesto en una tumba, indicaba que el difunto era cristiano.

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IXTHYS

El pez. En griego se dice "IXTHYS" (Ijzýs). Puestas en vertical, estas letras forman un acróstico: "Iesús Jristós, Zeú Yiós, Sotér" = Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. Acróstico es una palabra griega que significa la primera letra de cada línea o párrafo. Es un símbolo muy difundido de Cristo, emblema y compendio de la fe cristiana.

Otros símbolos son la paloma, el Alfa y la Omega, el ancla, el ave fénix, etc.

La paloma con el ramo de olivo en el pico es símbolo del alma en la paz divina.

El Alfa y la Omega son la primera y la última letra del alfabeto griego. Significan que Cristo es el principio y el fin de todas las cosas.

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Trium Puerorum

El ancla es el símbolo de la salvación, símbolo del alma que ha alcanzado felizmente el puerto de la eternidad.

El ave fénix, ave mítica de Arabia que, según creían los antiguos, renace de sus cenizas después de un determinado número de siglos, es el símbolo de la resurrección.

Los símbolos y los frescos son como un Evangelio en miniatura, una síntesis de la fe cristiana.

1ª persecucion de neron

Trasfondo

Las cosas son algo más difíciles para los cristianos en nuestra sociedad hoy que unas décadas atrás, ¿no es cierto? En tiempos como estos, probablemente sea bueno tener un poco de perspectiva. Creo que cualquiera de nosotros, al saber los que experimentó la iglesia primitiva -y, por cierto, lo que cristianos de otras partes del mundo están experimentando ahora-, nos sentiríamos bastante avergonzados si alguien nos encontrara quejándonos de nuestra suerte.

En este artículo veremos la persecución que enfrentaron nuestros hermanos y hermanas en la iglesia incipiente de los primeros siglos después de Cristo, e identificaremos a algunos de los emperadores bajo los cuales sufrieron los cristianos.

Razones de la persecución

Hay varias razones importantes e interrelacionadas de la persecución en la iglesia primitiva.

En primer lugar, estaba el problema de la identidad. El cristianismo se identificó primero con el judaísmo, pero las personas pronto lo vieron como una religión diferente. A los judíos los dejaban tranquilos, mayormente. A Roma le pareció mejor simplemente confinarlos y no molestarlos. El cristianismo, sin embargo, era una secta extraña y nueva, y comenzó a extenderse a través de grupos de pueblos y fronteras geográficas. La gente se sintió amenazada por esta nueva religión de "bichos raros".

El problema siguiente eran las actividades religiosas de los cristianos, lo que hacían y lo que no hacían.

En los días del imperio romano, el culto a los dioses paganos y al emperador era parte de la vida de todos. Dos problemas surgieron debido a esto. Primero, debido a que ellos no participaban en los rituales paganos sino tendían a mantenerse aparte, los cristianos eran considerados como antisociales. Cuando la policía imperial se interesó en ellos, se volvieron más reservados, lo que agregó leña al fuego. Se los asoció con los collegia -clubes o sociedades secretas-, y los líderes desconfiaban de estos grupos por la amenaza de sedición. Segundo, dado que los cristianos rehusaban participar en las actividades religiosas que se consideraba que aplacaban a los dioses, se convirtieron en una amenaza para el bienestar de la comunidad. Tertuliano, escribiendo en 196 a.C., dijo: "Los cristianos tienen la culpa de todo desastre público y toda desgracia que sobreviene al pueblo. Si el Tíber sube hasta los muros, si el Nilo no sube e inunda los campos, si el cielo retiene la lluvia, si hay un terremoto o hambre o plaga, enseguida surge el clamor: '¡Los cristianos a los leones!'".

Con relación a lo que hacían en sus propias prácticas religiosas, las referencias a comer el cuerpo y la sangre de Jesús, así como el acostumbrado saludo con un beso, atrajo acusaciones de canibalismo e incesto.

El tercer problema era la naturaleza o el contenido de las creencias de los cristianos. El historiador Tácito hablaba de los cristianos como una "clase odiada por sus abominaciones" que sostenían una "superstición mortífera". Un dibujo encontrado en Roma de un hombre con una cabeza de asno colgado de una cruz da una idea de lo que pensaban los paganos de las creencias cristianas.

Finalmente, la renuencia de los cristianos a ofrecer culto al emperador y a los dioses era considerada una locura, teniendo en cuenta lo que les ocurriría si se negaban. ¿Por qué no ofrecer simplemente una pizca de incienso a la imagen del emperador? En una sociedad pluralista, la estrechez de las creencias cristianas parecía absurda, especialmente considerando lo que sufrirían los cristianos que no se avenían a hacerlo. Según la opinión del populacho general, dice F. F. Bruce, "tal caterva de miserables era claramente digna del exterminio, y toda medida de represión tomada contra ellos por la autoridad podía estar segura de contar con al aprobación popular".

jueves, 6 de noviembre de 2008

Introducción

Las catacumbas han sido definidas «los grandes archivos» de la Iglesia. Ellas representan el más conspicuo testimonio monumental de la fe cristiana de los orígenes, y son el templo de los primeros mártires, que sellaron con la sangre la fidelidad a su Maestro.
«Estos monumentos», así dijo Juan Pablo II en una reciente audiencia a la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, «revisten un alto significado histórico y espiritual. Visitando estos monumentos, uno entra en contacto con sugestivas huellas del cristianismo de los primeros siglos y puede, por así decirlo, tocar con mano la fe que animaba a esas antiguas comunidades cristianas... ¿Cómo no conmoverse ante los vestigios humildes, pero tan elocuentes, de estos primeros testigos de la fe?»
Considerando después la meta del Dos Mil, el Papa concluía: «La mirada se proyecta ahora hacia la histórica cita del Gran Jubileo, durante el cual las catacumbas de Roma llegarán a ser lugar privilegiado de oración y peregrinación... Juntamente con las grandes basílicas romanas, las catacumbas deberán representar una meta irrenunciable para los peregrinos del Año Santo».
Así, de modo muy oportuno, el Santo Padre enlazaba su referencia a las catacumbas con lo que había escrito en la Carta apostólica Tertio millennio adveniente: «La Iglesia del primer Milenio», se lee ahí en el n. 37, «nació de la sangre de los mártires: Sanguis martyrum - semen christianorum. Los acontecimientos históricos ligados a la figura de Constantino el Grande, nunca hubieran podido garantizar un desarrollo de la Iglesia como el que se verificó en el primer Milenio, si no hubiera sido por esa siembra de mártires y por ese patrimonio de santidad que caracterizaron a las primeras generaciones cristianas».
Las notas que aquí proponemos entienden evocar situaciones y personajes de la comunidad cristiana de Roma a comienzos del tercer siglo. Un rol de privilegio lo ocupa el obispo Calixto (217-222), quien dio su nombre a las famosas catacumbas de la Vía Apia.